El P. Claudio Marcelino Forcellini, que acaba de fallecer, es un misionero que pertenece a la historia del Carmelo en la República Democrática del Congo. Joven Carmelita, llegó al país en 1968 con el contingente de la Provincia Romana que venía a reemplazar a los Carmelitas flamencos que diez años antes fundaron la Misión del Congo. Desde entonce ha permanecido en su tierra de adopción, si exceptuamos el año sabático en el CITeS de Ávila entre 1991 y 1992.
Cuando el Definitorio General intervino para organizar el futuro del Carmelo Congoleño, el P. Marcelino abandonó las dos parroquias (Notre Père y Ntambwe) que regían los Padres de la Provincia Romana en Kananga para dirigir en la misma ciudad la construcción del noviciado “Monte Carmelo” en vista de las vocaciones locales que se anunciaban numerosas. Fue el primer superior. Hizo falta ponerse a organizar la vida del Carmelo Congoleño (Zaireño en aquellos años) siguiendo las directivas del Definitorio de la Orden.
En este período comenzó también la construcción del Teresianum de Kinshasa-Kintambo como colegio teológico y casa de espiritualidad. Se ocupó igualmente de la construcción de la fundación “San Juan de la Cruz” de Bukavu en el Kivu para postulantes que debían cursar la filosofía antes de ingresar en el noviciado de Kananga.
Cuando en abril de 1988 se creó la Delegación General OCD del Congo, el P. Marcelino fue el primer Delegado General, asistido por el P. Dámaso Zuazua y por el P. Sebaast Van der Straaten. Más tarde fue también el fundador de la casa de Lubumbashi en el Shaba.
He aquí algunas muestras de las responsabilidades y actividades del P. Marcelino Forcellini en el Congo, que le hace acreedor al agradecimiento mayor de la Delegación Carmelitana. Pero más importante es todavía su dedicación y entrega a la vida y a la consolidación de esta Delegación General en tiempos de economía precaria. Es el alma con la que el Padre trabajó durante sus años en el Congo. Ha vivido para este Carmelo. Se ha consumido en servicio a este Carmelo. Cuando cumplió los 80 años, en lugar de replegarse plácidamente en un convento de Italia, prefirió continuar en la brecha. ¡Su vida y sus huesos para el Congo! ¡Con renovada energía, hasta el final!
El P. Marcelino sabía pedir, conocía organizaciones de ayuda donde recabar fondos internacionales para sus obras sociales. Su país natal, la república de San marino, y otros bienhechores de Italia, Alemania, España han contribuido generosamente con las iniciativas sociales en beneficio de la población local: la escuelita de Kananga, la escuela y el puesto de salud de Lubumbashi, la fábrica de ladrillos, sin olvidar la animación de la asociación de las viudas, …
Por méritos adquiridos una vez recibió un gran homenaje de su patria natal San Marino, que le dotó de una fuerte suma económica. Los Carmelitas que participamos en ese homenaje nos sentíamos muy honrados con nuestro hermano mayor. Con este motivo las revistas misioneras de la Orden, como “La Obra Máxima” e “Il Carmelo e le sue Missioni all’estero”, le dedicaron un artículo calificándole de “misionero incombustible”.
Podemos concluir diciendo que el P. Marcelino Forcellini ha vivido sus 48 años de presencia con entera dedicación al país. Ha trabajado, ha sufrido, ha soportado, ha sobrellevado, se ha consagrado con todas sus fuerzas para su querido Carmelo del Congo. Pero más importante que la duración de su servicio es el modo, la intensidad, la calidad de su trabajo y de su dedicación. De este modo su memoria permanece como una estrella que nos recuerda una vida dedicada hasta el agotamiento, vida total sin reservas. Por esto en el futuro del Carmelo en este país africano, ahora con fuerte florecimiento vocacional, el P. Marcelino permanecerá como uno de los mayores bienhechores de los Carmelitas en el Congo, involucrado además “en las primicias del espíritu” al decir de San Juan de la Cruz.
Dámaso Zuazua, ocd,
zuazuaocd@gmail.com