Santa Teresa de Los Andes

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Juanita Fernández Solar nació el 13 de Julio de 1900 en Santiago de Chile. Educada en la fe desde muy niña por sus padres, tuvo una precoz inclinación a la oración y al bien. Desde 1907 ingresó como externa en el colegio de las religiosas del Sagrado Corazón. El 11 de septiembre de 1910 recibió la primera comunión. Día fundamental para ella, desde el cual vivió cada vez una más intensa amistad con Jesús.

De familia acomodada, trató con inusual afecto a los empleados del hogar y se preocupó por las catequesis y las necesidades materiales de los pobres de sus tierras. Su padre demostró poco acierto en la administración de su hacienda y perdió gran parte de su fortuna, creando no pocas tensiones en el matrimonio. Además, su hermano Lucho se alejó de la fe y Miguel llevaba una vida un tanto bohemia. En medio de las dificultades familiares, ella fue el ángel que veló por todos.

Con 15 años, declaró que Cristo la había cautivado. Poco después fue internada en el colegio, lo que ella vivió con una gran pena: Hiciera cenizas el internado, llega a decir. Hasta que decidió ser fiel en su vida de colegiala como un modo de entregarse a la voluntad de Dios y trató de esforzarse en ser una alumna ejemplar. Al poco de su ingreso, a raíz de unas conversaciones con una de sus maestras, comenzó el discernimiento sobre su posible vocación.

A los 17 años, leyó a Santa Teresa de Jesús, lo que la impulsó a vivir la oración como amistad y entrega a los demás. También conoció los escritos de Santa Teresita y Sor Isabel de la Trinidad, con las que experimentó una gran sintonía. Ella también deseó ser casa de Dios, y alabanza de gloria. Entró en contacto epistolar con la Madre Angélica, priora de las Carmelitas de los Andes y le planteó su inquietud vocacional.

Un año después, dejó el internado debido a la boda de su hermana Lucía, para aprender a llevar las tareas de la casa y presentarse en sociedad. Era una joven deportista, amante de la naturaleza y alegre. También daba catequesis y clases a niños de familias desfavorecidas y colaboraba en las misiones No tuvo dudas de su vocación, pero sí de si debía ser monja del Sagrado Corazón o Carmelita Descalza. Cuando su madre se enteró de su vocación, trató de probarla de diversas maneras para disuadirla, sorprendiéndose de la dulzura y equilibrio con que reaccionaba. El 11 de enero de 1919, conoció a la comunidad de carmelitas y desaparecieron las dudas, seducida por la sencillez, familiaridad de trato y espontaneidad de las hermanas.

Al conocer la noticia en su familia, sus hermanos trataron de disuadirla, pero sus padres le dieron el permiso. Ingresó el 7 de mayo de 1919, cambiando su nombre por el de Teresa de Jesús. Allí conoció los escritos de San Juan de la Cruz, que le ayudaron en la maduración de su oración.

Ejerció un verdadero apostolado con sus cartas a familiares y amigos, tratando de animarles a la amistad con Dios, a la alegría y la gratitud. Cartas escritas con grandes dosis de cariño y comprensión. Ellas y sus Diarios quedaron como legados de su espiritualidad.

En semana santa de 1920, enfermó gravemente. Hizo su profesión religiosa en el lecho, con alegría y emoción, y falleció el 12 de abril.

Su vida y espiritualidad, son irradiación de Dios en Chile y toda Latinoamérica. Su santuario es un lugar de peregrinación donde muchas personas se reencuentran con Dios y con la fe.