Con un decreto firmado el 14 de diciembre, el Papa Francisco ha reconocido un milagro atribuido a Sor Ana de Jesús, hija espiritual de Santa Teresa de Ávila y amiga de San Juan de la Cruz. Esta decisión allanó el camino para la beatificación de Sor Ana de Jesús (Ana de Lobera y Torres, 1545-1621).
Huérfana a la edad de 9 años, Ana se encontró con Santa Teresa en la ciudad de Toledo en 1569, quien vio sus virtudes y la invitó a entrar en el Carmelo. Santa Teresa la llamó “la gran capitana de las prioras”. Tenía una personalidad fuerte, un sano discernimiento y estaba animada por una gran caridad. Después de la muerte de Santa Teresa, Anna recopiló todos sus escritos y los publicó. Perpetuó el legado teresiano con la fundación de monasterios en Francia (París 1604; Pontoise 1605; Dijon 1605), Bélgica (Bruselas 1607; Lovaina 1608; Mons 1608), favoreciendo la fundación de las monjas carmelitas de Cracovia (Polonia) en 1612 y de los emigrados ingleses en Amberes (Bélgica) en 1619. A lo largo de este período de fundación, Ana de Jesús optó por la fidelidad incondicional a la obra de Santa Teresa de Ávila.