Noticias Noticias Frailes, Noticias Prepósito General, Noticias
19 mayo 2022

DÍA 19 abril 2022 – MARTES DE PASCUA

La Eucaristía con las hermanas de Kharkiv es un rato precioso de oración, de acción de gracias y de canción que expresa esperanza y vida.

Estoy muy conmovido del encuentro con ellas. Durante la mañana apuramos el tiempo hasta el último segundo compartiendo lo vivido. Las hermanas tienen necesidad de contarme lo que han pasado. El pánico, el miedo, el sonido de las bombas acechando, la incertidumbre, la resistencia a salir hasta el último momento, un éxodo sin tiempo para pensar y la presencia del pastor, del obispo abriéndose camino en una carretera insegura para llegar hasta ellas y celebrar la Eucaristía y consolar y arropar. Diálogos comunitarios con diversidad de opiniones. Dudas y oración para pedir luz. El obispo dijo una palabra que dejó a todas en shock: mañana a primera hora hay que salir, el peligro es inminente (el día anterior habían decidido quedarse a pesar del peligro). Pero poco rato después fue aún más apremiante y sin discusión posible. “En una hora están los coches en la puerta y hay que salir”. Consumir el Santísimo y recoger lo estrictamente imprescindible… Y un camino de inseguridad evitando zonas de peligro. Cuánta angustia para llegar a zona segura. Incluso la pérdida de uno de los dos coches y la inquietud hasta reencontrarse. Horas de espera en la frontera y, por fin, dejar atrás la tierra que ha sido hogar durante toda la vida para las 8 hermanas de Ucrania y tantos años para las tres de Polonia y la hermana de Eslovaquia. Todo empujó a esta salida cuando llegaban las noticias de las atrocidades del ejército checheno y ruso sin escrúpulos. (En toda la crónica de estos días he omitido detalles innecesarios que mis oídos y mi corazón no olvidaran).

Escucho conmovido hasta las lágrimas. Y mientras tanto me honran con cantos de Pascua y con una alegría que me hace llorar, sin comprender cómo es posible tanto dolor y tanta vida desbordante. Es tanta la alegría que percibo en ellas por mi visita, y por mi presencia en los días de más incertidumbre, y tanta mi alegría por su agradecimiento. A la madre se le saltan las lágrimas al contar. Y también a las hermanas.

Me pregunta qué palabra les digo para vivir este momento. Les digo que el SÍ más importante se pronuncia en la tierra del presente sea cual sea. Que Juan de la Cruz y Teresa de Jesús vivieron lo más fecundo de sus vidas en los momentos más inhóspitos y más perseguidos, de extrema fragilidad. Que antes de llegar a la tierra prometida que Dios les quiera regalar, este momento que pisan es un ahora privilegiado de alianza y de entrega. Hemos venido al Carmelo a dar la vida. Y nunca imaginamos donde nos llevaría el Señor, pero sabemos que donde vayamos Él será nuestro hogar y nuestro consuelo infinito. El Carmelo renace en las horas de máxima pobreza.

Se hace presente la presidenta de la Federación que ha sido una madre para ellas preparando todo. Y también la provincial de las hermanas de San José que las ha acogido en este lugar que tenían, precisamente, preparado para acoger a familias de refugiados ucranianos, providencia de Dios.

Nos intercambiamos algunos detalles. Y, sobre todo, abrazos tan sinceros, tan necesarios en esta hora de frío incierto. Me han regalado una figura preciosa de la Virgen de Ucrania que tengo ahora junto a mi cama.

Nos despedimos con la bendición, las bendigo y me siento bendecido en ellas. Nos despiden en la calle con la guitarra y el tambor tan llenas de alegría que no quisiera dejarlas. Todo el Carmelo se ha encantado en esta comunión de la fraternidad. Y toda Ucrania esté segura de que el Carmelo entero está orando sin tregua y sin respiro para que se haga La Paz.

Antes de dejar Częstochowa, hacemos una visita a las hermanas de aquí de esta ciudad que esperan con tanto entusiasmo la bendición en la iglesia. Muy rápida y muy gozosa visita.

Termina mi periplo por tierras de Ucrania y de Polonia. Jamás olvidare lo vivido. Se ha abierto dentro una herida que no quiero que cure. Me cuesta digerir y la impotencia de lo visto me deja sin palabras dentro. Me he dejado atravesar sin miedo a escuchar, a ver, a sentir, a llorar, a indignarme… y me he dejado abrazar por aquellos a los que yo iba a consolar. He abrazado a frailes que parecen fuertes y consuelan a muchos y necesitan ser consolados y sostenidos, y me he dejado agradecer por su mirada. He bendecido a una joven soldado que me pedía orar por ella antes de ir al frente y me ha desarmado la sonrisa de una joven que ha perdido todo lo que tenía en su casa de Mariupol.

Gracias por acompañarme en este camino terrible al corazón de la guerra. Todos estamos en guerra. Y nos necesitamos unidos. Hay que estar preparados con las armas de la luz, que nadie nos borre la sonrisa y la esperanza, es el mayor tesoro que traigo de Ucrania. No son pobrecitos masacrados, son un pueblo que resurgirá de sus cenizas porque tienen Fe y en su herida nos despiertan a todos a vivir y a ponernos en pie.

Gracias por vuestra oración. Mi última palabra es el agradecimiento de la gente sencilla, de los frailes, de las monjas y las hermanas, la sonrisa de los niños y el beso de las abuelas apretando fuerte mis manos y besándolas. Su Agradecimiento para todos vosotros. Saben que seguiréis, que seguiremos a su lado pase lo que pase. Y vencerá la bondad sobre el horror y la crueldad. Os lo prometo.

Dios nos bendiga a todos. “Paz a vosotros, soy yo. No temáis” dice Jesús, “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin”.