Esta mañana dimos la bienvenida al Capitulo al Prior General de los Carmelitas, el Padre Miceal O’Neill, O.Carm. Basado en su experiencia, compartió con nosotros algunos desafíos para la vida carmelitana de hoy. La sociedad espera de nosotros tres cosas en este momento: testimonio de vida, formación y vida comunitaria. Las tres están unidas: el testimonio lo dan personas, que viven en una comunidad y esta es, también, el lugar privilegiado de la formación. El P. O’Neill ha subrayado, así, la importancia de la comunidad y cómo ella es profética para nuestro tiempo. Por su naturaleza, es el lugar donde la gracia de Dios se manifiesta y se despliega. Prosiguió hablando de tres conceptos: participación (en el sentido en el que habla de ella el Concilio Vaticano II), comunicación y discernimiento. Por nuestra participación activa en la vida de comunidad y en la vida de la Iglesia; por el don y la comunicación que de nosotros mismos hacemos a Dios y a los otros; así como por el discernimiento y la búsqueda del misterio de salvación, entramos en las profundidades del misterio de la salvación, todo ello en el marco de una espiritualidad de comunión.
Al final de su conferencia, el P. Miceal presidió la Eucaristía dominical y compartió con nosotros el almuerzo.
Por la tarde se votó la Declaración sobre el carisma, que fue aprobada por la Asamblea. El texto definitivo será comunicado más adelante.
Posteriormente, nuestros hermanos no sacerdotes -cuatro, concretamente- tomaron la palabra ante el Capítulo para compartir con todos la alegría de su vocación como hermanos religiosos. Entre otras muchas cosas, afirmaron: “Nuestra vocación viene del amor de Dios que es Amigo, Padre, Hermano y nos llama a dar testimonio de él y del Reino a través de la fraternidad. Tratamos de responder con generosidad y el don total de nosotros mismos al amor gratuito de Dios, que nos ha honrado llamándonos a su servicio como hermanos en nuestra familia religiosa”. Su vocación no es secundaria, ellos son plenamente con nosotros Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. El tiempo pasado con nuestros hermanos ha sido muy hermoso, de comunión y de gracia en nuestra única vocación al Carmelo.